El sexo clínico, desprovisto de todo el calor del amor —la orquestación de los sentidos: tacto, oído, vista, gusto, y todos los acompañamientos eufóricos, la música de fondo, los humores, la atmósfera, las variaciones—, le obligaba a recurrir a los afrodisíacos literarios.
almoamanteshat Zitat gemachtletztes Jahr
sto es lo que ha producido nuestra época, porque la tensión entre lo masculino y lo femenino se ha roto. La mayor parte de la gente es mitad y mitad.
almoamanteshat Zitat gemachtletztes Jahr
sexo debe mezclarse con lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, celos, envidia, todas las variedades del miedo, viajes al extranjero, caras nuevas, novelas, relatos, sueños, fantasías, música, danza, opio y vino.
almoamanteshat Zitat gemachtletztes Jahr
mezclarlo con la emoción, la ansiedad, el deseo, la concupiscencia, las fantasías, los caprichos, los lazos personales y las relaciones más profundas,
almoamanteshat Zitat gemachtletztes Jahr
El lenguaje del sexo aún está por inventarse
emanonhat Zitat gemachtvor 2 Jahren
¿Qué se había hecho de aquel indomable y voluntario salvaje a quien encontrara en un camino de montaña una deslumbrante mañana? Ahora estaba domesticado.
emanonhat Zitat gemachtvor 2 Jahren
Se enfurecía y procuraba conquistarla con las caricias más salvajes. A veces la trataba brutalmente, como si fuese una ramera y pudiera pagarle por su sumisión. En otras ocasiones se esforzaba por enternecerla con mimos. Se volvía pequeño, casi como un niño, en sus brazos.
emanonhat Zitat gemachtvor 2 Jahren
«Ahora su mano me levanta despacio el vestido; muy despacio. Primero me mira. Una mano descansa en mis nalgas, y la otra comienza a explorar, deslizándose, describiendo círculos. Ahora introduce el dedo allí, donde está húmedo. Lo toca del mismo modo que una mujer toca una pieza de seda para comprobar su calidad. Muy despacio.»
emanonhat Zitat gemachtvor 2 Jahren
Cuando el deseo hubo permeado cada pequeño poro y cada pelo de sus cuerpos, se abandonaron a violentas caricias.
emanonhat Zitat gemachtvor 2 Jahren
—Si al menos —le había dicho Miguel— fueras muy pasiva, muy dócil, muy, muy inactiva, podría desearte. Pero siempre noto en ti un volcán a punto de estallar, un volcán de pasión, y eso me asusta.
O bien:
—Si no fueras más que una puta y pudiera sentir que no eres ni demasiado exigente ni demasiado crítica, podría llegar a desearte. Pero siendo tú, notaría que tu brillante cabeza me está observando, que me despreciaría si fallara, si, por ejemplo, de pronto me volviera impotente.