Cuando sentimos esta necesidad, nos empuja a complacer al otro, haciéndonos mucho más propensos a ser persuadidos por esa persona. Cuando damos cosas a otros, no solo los estamos obligando a devolver el gesto, sino que también los estamos haciendo mucho más propensos a trabajar con nosotros en el futuro. La gente necesita un incentivo de alguna clase para trabajar hacia nuestros objetivos