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Benjamín Labatut

Un verdor terrible

  • b8536115414hat Zitat gemachtvor 13 Tagen
    u veneno verdoso mató a miles y dejó a incontables soldados arañando sus gargantas a medida que el gas burbujeaba dentro de sus pulmones, ahogándolos en sus propias flemas y vómitos, mientras que su fertilizante, que logró cosechar del nitrógeno que está presente en el aire mismo de la atmósfera, salvó a cientos de millones de la hambruna y alimentó nuestra actual explosión demográfica
  • b8536115414hat Zitat gemachtvor 13 Tagen
    El jardinero nocturno me contó que el científico que inventó los fertilizantes nitrogenados modernos –un químico alemán llamado Fritz Haber– fue también el primer hombre en crear un arma de destrucción masiva, el gas de cloro, que vertió en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Su
  • b8536115414hat Zitat gemachtvor 13 Tagen
    que había hecho durante los seis meses que siguieron a su estadía en la villa Herwig, adonde nunca regresó.
    La fama lo acompañó hasta su muerte, a causa de un último ataque de tuberculosis que lo fulminó en Viena, a los setenta y tres años, en enero de 1961.
    Su ecuación permanece como una piedra angular de la física moderna, aunque en cien años nadie ha podido desentrañar el misterio de la función de onda.
    Heisenberg fue nombrado profesor en la Universidad de Leipzig a los veinticinco, el más joven en la historia de Alemania. En 1932, recibió el Premio Nobel por la creación de la mecánica cuántica, y en 1939 el gobierno nazi le ordenó investigar la factibilidad de construir una bomba nuclear; luego de dos años, concluyó que un arma de ese tipo estaba más allá del alcance de Alemania –o de cualquiera de sus enemigos–, al menos durante la guerra, y apenas pudo creer las noticias de su estallido sobre el cielo de Hiroshima.
    Heisenberg continuó desarrollando ideas provocadoras durante el resto de su vida, y es considerado uno de los físicos más importantes del siglo XX.
    Su principio de incertidumbre ha soportado todas las pruebas a las que ha sido sometido.
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    Su principio de incertidumbre ha soportado todas las
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    n 1932, recibió el Premio Nobel por la creación de la mecánica cuántica, y en 1939 el gobierno nazi le ordenó investigar la factibilidad de construir una bomba nuclear; luego de dos años, concluyó que un arma de ese tipo estaba más allá del alcance de Alemania –o de cualquiera de sus enemigos–, al menos durante la guerra, y apenas pudo creer las noticias de su estallido sobre el cielo de Hiroshima.
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    Schrödinger también llegó a odiar la mecánica cuántica. Inventó un elaborado experimento mental, un Gedankenexperiment, que daba como resultado una criatura aparentemente imposible: un gato que estaba vivo y muerto al mismo tiempo
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    Hizo innumerables intentos para tratar de encontrar un camino de regreso hacia un mundo objetivo, buscando un orden oculto que permitiera unir su teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, para poder desterrar el azar que se había colado en la más exacta de todas las ciencias
  • b8536115414hat Zitat gemachtvor 13 Tagen
    Einstein se convirtió en el mayor enemigo de la mecánica cuántica
  • b8536115414hat Zitat gemachtvor 13 Tagen
    Einstein tuvo que capitular. No había podido encontrar una sola inconsistencia en los razonamientos de Bohr. Aceptó la derrota a regañadientes, y condensó todo su odio ante la mecánica cuántica en una frase que repetiría una y otra vez en los años siguientes, y que prácticamente le escupió al danés antes de partir.
    «¡Dios no juega a los dados con el universo!»
  • b8536115414hat Zitat gemachtvor 13 Tagen
    El físico iconoclasta por antonomasia se negó a aceptar un cambio tan radical. Que la física dejara de hablar de un mundo objetivo no era solo un cambio de punto de vista; era una traición al alma misma de la ciencia. Para Einstein, la física debía hablar de causas y resultados, y no solo de probabilidades. Se negaba a creer que los hechos del mundo obedecieran a una lógica tan contraria al sentido común. No se podía entronizar el azar y abandonar la noción de las leyes naturales. Tenía que haber algo más profundo. Algo que aún no conocían. Una variable oculta que lograría disipar la niebla de Copenhague y mostrar el orden que subyacía al comportamiento aleatorio del mundo subatómico. Estaba convencido de ello, y durante los siguientes tres días propuso una serie de situaciones hipotéticas que parecían transgredir el principio de incertidumbre de Heisenberg, el cual estaba en la base del razonamiento de los físicos de Copenhague
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