Los Tigres

La madre de Lucía suspira esa tarde. Su hija no sabe muy bien por qué. Hay un plan tramándose en los subterráneos ríos de su cuerpo.

Hay un plan tramándose en los bosques mentales, llenos de los monstruos de su madre.

Hay un plan de fuga para ella y de tigres para su hija.

Ya eres una mujer, le dice a Lucía. Y una muchacha a sus 21 años se queda sin madre. Y una madre se va a recorrer el mundo vestida de blanco. Desde ese día la muchacha comienza a soñar con tigres. Se despierta en la noche llorando. Ellos la persiguen. La cazan y le devoran las piernas

La muchacha sube con su padre siguiendo respetuosamente la hilera de felinos hambrientos. Son muchos, 30 ó 40 tigres. Sube con ellos hasta el templo y ahí, se recuesta entre medio de sus panzas y se duerme.

No despierta de ese sueño.

Ni de uno ni del otro.

¿y no ha pensado que usted está cargando con esos veinte kilos mentales de su madre, Lucía?

Una vez mi madre me dijo que yo estaba gorda. Me dijo, esa vez, de forma silenciosa, sin decírmelo realmente, que ella me quería un poquito menos si yo estaba gorda.

Yo a veces sueño con tigres, le dice Lucía. A veces sueño que me comen las piernas. Otras veces, sueño que meditan en una isla perdida cerca en la India.

Y una madre se va a recorrer el mundo vestida de blanco. Desde ese día la muchacha comienza a soñar con tigres.

Hace tres años, la madre de Lucía se va porque quiere encontrar algo que le guste mucho de nuevo.

Las anoréxicas como ella compiten con otras chicas, con sus madres, con la comida, con las enfermeras, y ahora, Lucía, está compitiendo conmigo. Yo dije que no vivirá más de dos semana y ahora, ella volverá a comer sólo para demostrarme lo contrario.