Esta vida

Lejos de hacer que mi vida sea significativa, la eternidad la convertiría en algo sin sentido, ya que mis acciones no tendrían ningún propósito.

que exhibe cualquiera que emprenda la lucha contra su propia opresión. Para entenderse a uno mismo como explotado o alienado hay que creer que se tiene un tiempo finito y precioso para vivir, y que cuando te lo arrebatan te están arrebatando tu propia vida.

Ya sea en nuestra organización social del trabajo, en nuestra producción tecnológica de bienes o en nuestras formas de educación, necesitamos perseguir una revaluación que reconozca nuestra vida finita como la condición para que algo importe y para que algo sea valioso.

nuestra libertad requiere que podamos apropiarnos de la cuestión de qué hacer con nuestro tiempo

Para poder vivir una vida libre y comprometernos con lo que hacemos, debemos ser capaces de vernos a nosotros mismos tanto en el propósito de nuestra ocupación como en las condiciones sociales del trabajo que sustenta nuestra vida; re

Como subraya Marx: «Mi propia existencia es una actividad social, por esta razón, lo que yo mismo produzco lo produzco para la sociedad y con la conciencia de actuar como ser social».[

que nos pertenece a cada uno —lo que es irreductiblemente nuestro— no es la propiedad o los bienes, sino el tiempo de nuestra vida.

n la medida en que pasamos nuestro tiempo trabajando en un empleo que no nos satisface, sino que simplemente sirve como medio para nuestra supervivencia, nuestro tiempo de trabajo no es libre, ya que no podemos afirmar que lo que hacemos sea expresión de lo que somos. En lugar de ser libres para abordar la cuestión de lo que hace que nuestra vida merezca la pena —la cuestión de lo que deberíamos hacer con nuestro tiempo—, nuestra vida está hipotecada a una forma de trabajo necesaria para nuestra supervivencia.

Ser persona no es un objetivo que alcanzar, sino un fin que mantener.

somos libres porque podemos preguntarnos qué debemos hacer con nuestro tiempo. Toda forma de libertad —por ejemplo, la libertad de actuar, la libertad de hablar, la libertad de amar— es inteligible como libertad solo en la medida en que seamos libres de plantearnos la cuestión de qué debemos hacer con nuestro tiempo.