Fiebre de carnaval

Crecer es no poder abrir la boca cuando las cosas te disgustan, pensé, y tampoco lo dije en voz alta; total, nadie me estaba escuchando.

porque el culo es casi una exigencia entre la gente, según entiendo te puede faltar de todo, pero no culo.

Una patanada hermosa e inflada de güisqui y cristales marinos aterrizada por accidente en el mundo de los padres.

bozal de dioses mulatos como él.

Para mí eso es mi papi Manuel, un perro que no ladra, que en vez de aullar canta salsa, una boca rumbera enferma y mohína,

Mi papi Manuel huele a máquina, a su camioneta chongo vieja, que es el olor de la salsa, la timba, el son, el guaguancó, la gozadera, la rumba, el olor del obrero. A mí me gusta olerlo a mi papi, aunque él a veces no quiere que nadie lo toque.

A mi papi Manuel le encantan la música, el güisqui y el tabaco, todo al mismo tiempo, como una máquina de vapor salsera, como una máquina de vapor salsera que lee y canta a la vez.

El barrio se llamaba Voluntad de Dios y eso me hacía sentir más ahogada. Nada que tenga a Dios en su nombre trae cosas buenas.

La casa que tanto necesitábamos para dejar de vivir como animales todos juntos, como dice mi mami. Yo no entiendo por qué no podemos seguir siendo animales.

El amor terrible de los hombres, el amor terrible de un padre hacia sus hijas siempre vuelve.