Apócrifa

C: Sí, lo entiendo. Sé que no es lo mismo, no se compara, pero yo vivo en Brasilia. Nunca me he sentido cómodo ahí. Es como si todo el mundo fuera real para mí, todo el mundo menos Brasilia.

M: Como si viviera en el corazón de un fantasma.

Nadie en el hospital pudo decirlo, pero me sentí mejor. Un poco mejor. Ver los barcos, barcos enormes, muertos en el desierto de lo que fue Aral... No sé, regresé a la Tierra.

Gritos. Sueños. Gente que grita después de soñar.

Hombres que no mueren bajo los puentes, pero se pierden en otros planetas.

Música en la noche. Sangre entre los dientes.

La luz de la mañana en ciudades, miles de ellas, que crecen y terminan en abismos neblinosos.

La sombra de un planeta que atraviesa la circunferencia solar.

Historias de tornados que llevan a otros mundos.

Mares sobre mares. Agua turbia. Tortugas nacaradas.

Temblaba. Paró el sollozo. Tenía miedo.

—¿Qué haces aquí, hombre? —dijo una voz amable.

El Diablo puede vestir de cordero.

—Viejo.

Los corderos no hablan.

—Hey, viejo. ¿Te perdiste?

Hay corderos que saben el camino de regreso.

El edificio tenía ya muchas décadas en pie. Como cualquier otro edificio entrado en años, estaba poseído por el deseo de derrumbarse

Algunos humanos creen que todo está escrito, que existe un Libro de las vidas que lleva la cuenta exacta de todos sus actos. Tienen razón, todo está escrito; incluso, todo ha sido leído infinidad de veces.

—Sí, bueno, es difícil. De repente las extraño. La casa, que es su casa, es muy grande para mí.

—Hay quienes piensan que las casas nos habitan a nosotros, no al revés. Si tus tías ya no están, es normal que sientas que hay mucha más casa dentro de ti.

Las fronteras entre ambos mundos cambian todos los días, se disuelven y recrean con cada pino que se seca y cada abeto que surge al lado del musgo, para después caer, víctima del congelamiento de las aguas. Es el reino inconmensurable de la muerte, que contiene, en sí mismo, infinitas y contradictorias formas de vida.

El Espíritu me dijo que jamás habría de nuevo monstruos de ese tamaño, que la noche se había hecho pequeña, que ya no quedaba espacio.