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La música es un medio demasiado personal para apoyar una jerarquía absoluta de valores. La mejor música es aquella que nos convence de que no existe ninguna otra música en el mundo

Parafraseando a Bob Dylan, aquí está pasando algo, pero no sabemos qué es.

«te das cuenta de que tu tiempo no es ilimitado, que podría haber un final de todo esto y que la vida es demasiado corta como para desperdiciarse con cosas que no sean de calidad».

decides suicidarte ahogándote, no lo hagas en aguas poco profundas.”»

por esa especie de tramos de diez años con los que medimos nuestras vidas, aunque me porte bien, el número de décadas disponibles es tristemente limitado.

movimiento lento del Concierto para piano núm. 23 nos envía a un trance pensativo, el finale de la Sinfonía «Júpiter» nos hace cobrar conciencia de un tipo de felicidad inteligente inequívocamente mozartiana

Madame Merle de Henry James, un sobre de circunstancias encierra toda vida humana.

un canon a seis voces titulado Leck mich im Arsch (Chúpame el culo, K. 231/382c)

Música ricercata (1951-1953)

Como observa Richard Taruskin, en su Oxford History of Western Music (Historia de la música occidental de Oxford)