Jaulas vacías

Más vale, decía su papá, haciendo de tripas corazón cuando la abuela no pudo venir y se murió allá sola en el rancho, cuidada y con comodidades, pero sin su familia.

¿Será cierto todo lo que dicen?, se preguntó, mientras su mirada recorría las rejas de las jaulas que parecían abarcar el universo entero.

Desde muy joven entró a trabajar a las oficinas de Cultura y si la habían aguantado durante tanto tiempo, primero fue por su profesionalismo y después por respeto a su madre, una prestigiosa investigadora que parecía negarse a morir, a pesar de su avanzada edad, como si supiera que una vez en la tumba, Bertha perdería la chamba y la poca estabilidad que le quedaba.

Sigo sin conocer a mis vecinos, pero ahora ya formo parte de ellos. Todos los martes, en cuanto regreso del trabajo, me uno al barullo, sin salir de mi departamento. No podría precisar cómo es que armamos tal escándalo, supongo que viene del interior de cada uno de nosotros: son nuestros corazones que palpitan con furia, es la soledad de cada uno que se divierte, son los deseos más oscuros que salen de paseo.

Pienso que no es posible que el tiempo transcurra con tanta lentitud como si fuera un gusano que se arrastra por la eternidad.

Un especialista afirmó en un portal de Internet que por fin los mutantes de tlacuache habían desaparecido por completo.

Desde su regreso, una placentera nada inundaba sus días enteros. Se dedicó a leer, a dar largas caminatas, a visitar museos, a asistir al cine o al teatro, a andar en bicicleta. Sin embargo, en su memoria no almacenaba recuerdo alguno. Apenas terminaba un libro y olvidaba de qué se trataba, sólo le quedaba una ligera sensación de placer; lo mismo le ocurría con el cine, el teatro o las exposiciones. Las observaba con atención, encontraba coincidencias con otras obras o incluso con escenas de la vida cotidiana, pero en cuanto abandonaba el recinto, su memoria parecía sufrir una especie de borrado radical. No recordaba nada y eso la hacía sentirse tranquila

¿Qué van a decir de que tenga a un paquidermo rosa del tamaño de un ratón viviendo en mi casa? Dramático, además, y demandante. Chillón, y por si fuera poco, pedorro y con mal aliento.

Aunque nunca he entendido a qué le llaman sociedad, si todos vivimos aislados, no nos conocemos y mucho menos interactuamos.

Antes de implementar la Medida de Emergencia, la Central puso en marcha el programa Infertilidad Saludable, que consistía en esterilizar a los pobres, prácticamente a toda la población que andaba en las calles. A mí también me esterilizaron. La Central argumentó que era por nuestro propio bien, para no traer adefesios al mundo, pues el virus estaba ya en el aire, y los más expuestos, o sea, los más jodidos, corríamos un peligro mortal, sobre todo las mujeres que se embarazaban.