esta inestable, inacabable revisión de la reacción, pues los primeros versos están sobrecargados de comas, una de las cuales, de modo redundante, refuerza a un guión. El poeta no tiene suficiente certeza de lo que siente sobre la planta como para generar una oración lisa y llana sobre ella. En vez de eso, una proposición escrupulosamente modificativa pisa los talones a otra como ella. Es la franqueza del pasaje lo que lo hace atractivo, el modo en que el poeta nos permite seguir sus dudas, sus cambios de punto de vista y modulaciones repentinas de sentimientos conforme le ocurren a él, sin sentir la necesidad de perfilar este infructuoso proceso en un esquema acabado. Es como si hubiese dejado visible la descuidada trama de su tapiz.