La palabra «islam» significa «sumisión», y según Oswald Spengler, lo que distingue a los musulmanes de los católicos es la imposibilidad del yo como potencia libre frente a lo divino, es decir, la inexistencia del libre albedrío: «Cada tentativa por afirmar una opinión contra la voluntad de Alá expresada en el Corán se tacha de masija, es decir, no como indicio de una mala voluntad, sino como la prueba de que las potencias de las tinieblas han tomado posesión del hombre y expulsado de su interior a Dios».[18]