Tengo 14 años y no es una buena noticia

Me querían invisible, así que me convertí en lluvia. Pero la lluvia no es transparente. Ni tranquila, ni dócil, ni frágil

A lo lejos, los otros siguen alegres en el baile de la boda. A lo lejos, la fiesta está en su mejor momento. A lo lejos, las chicas hablan de amor y eligen casarse o no, estudiar o no, parir cuando ellas lo desean. A lo lejos, las mujeres viven su protesta en las calles, con el puño levantado. A lo lejos, hay un mundo de libertad.

Me querían invisible, así que me convertí en lluvia. Pero la lluvia no es transparente. Ni tranquila, ni dócil, ni frágil

Y sobre mi tapete, encogida, pienso que el Dios de las mujeres no es el mismo que el de los hombres.

Soy la actriz que interpreta el papel que la comunidad escribió para ella desde hace miles de años. Había una vez una joven núbil que, mientras esperaba casarse, iba dulcemente a llevarle la comida a su papá. La cabeza gacha. Ideas simples. Amordazada.

Aquí, sin cooperación ni solidaridad, los seres humanos no pueden sobrevivir. Por eso somos tan unidos en los pueblos. Por eso nuestras tradiciones perduran; para bien y para mal.

estoy convencida de que el mundo me pertenece. Aún ignoro que estoy equivocada: soy yo quien, desde que nací, le pertenezco

Este espacio de libertad en mi cabeza de niña donde nunca se hará de noche.

Para todas estas mujeres, nuestras tradiciones inalterables son su única riqueza en un mundo que gira sin ellas. Los ritos seculares son todo lo que les han dejado.

Aquí, es necesario mostrarles a los vecinos que se sabe contener a las chicas, educarlas en el miedo a los hombres, controlar su intimidad y prepararlas desde el nacimiento para la sumisión ante los padres, hermanos y maridos.