Por suerte, podemos fechar la muerte de la arquitectura moderna en un momento preciso del tiempo […]. La arquitectura moderna falleció en Saint Louis, Missouri, el 15 de julio de 1972 a las 15:32 horas (aproximadamente), cuando se dio el coup de grâce final con dinamita al infame complejo Pruitt-Igoe, o, mejor, a varios de sus bloques de losas[46].
De ese modo, la fracasada modernidad del decadente centro de las ciudades y de la seguridad social fue despachada y sustituida por la nueva posmodernidad rica de zonas empresariales y torres corporativas financiadas mediante deuda. Canary Wharf sustituyó a Pruitt-Igoe, de la misma forma que el posfordismo sustituyó al fordismo. En retrospectiva, podemos ver que un análisis atento del Pop Art podría haber llevado a los críticos a anticipar lo que estaba por llegar. Siguiendo inmediatamente a la crítica del consumismo fordista efectuada por Vance Packard y otros, el Pop Art fue una celebración del siglo estadounidense y una elegía nostálgica por dicho siglo. El Pop Art era, fundamentalmente, una celebración de los años adolescentes vividos en una edad de oro, en un tiempo en el que esa época estaba mostrando sus primeros signos de crisis. De hecho, la carrera de Warhol, por tomar el ejemplo más notable, está reveladoramente a ambos lados de la línea divisoria: el popismo y las películas underground hasta 1972, los retratos de sociedad y la televisión por cable a partir de entonces. También en los críticos podemos percibir el cambio en la obra de Barthes o McLuhan (o su epígono, Baudrillard), desde la crítica moderna al consumismo representada por Mythologies o The Mechanical Bride[47] hasta la celebración posmoderna del texto consumista («escribible») y la redefinición del signo como puro mecanismo de crédito (una especie de eurodólar semiótico) o la visión extasiada de un planeta plenamente integrado en los medios de comunicación y un sistema nervioso terrestre incorpóreo.