Mis ojos absorben cada centímetro del hombre por el que babean todas las mujeres presentes y no puedo evitar recorrer de arriba abajo con la mirada su perfecto y atlético cuerpo. Acaricio con la vista su piel bronceada y beso desde la distancia las cenefas celtas de los tatuajes que adornan sus bíceps. Contemplo su torso y sus piernas largas y fuertes, sus brazos esculpidos, su cintura delgada y sus hombros anchos. Cada músculo de su cuerpo perfecto está tan definido que, si pasas los dedos por sus magníficas formas, puedes saber perfectamente dónde acaba una parte y empieza la siguiente