No te enamores de Rosa Santos

Yo no comprendía a ese amor romántico capaz de perdurar en el tiempo, pero era el hilo principal de mis historias favoritas. Me gustaba creer.

Me imaginé a las generaciones de mujeres viviendo en mi sangre.
Las veces que debieron haberse sentado así y considerado sus problemas. Sus desamores y sus sueños. Sus susurros nadaban por mis venas sin importar dónde me encontrara en un mapa.

Ella había cargado la isla, protegido y cuidado

Tal vez volver a casa podría ser tan simple como escuchar una canción.

–Cuba es mucho más que tierra, pero la tierra significa mucho –dijo–.

Siempre me asustó mucho estar triste, porque creía que la tristeza me tragaría entera

Encontraría el significado en las ruinas de una lengua de la cual solo conocía piezas dispersas e inacabadas

Mi mamá creció en una tierra nueva y, a pesar de las advertencias, se atrevió a enamorarse de un chico que amaba al mar.

pecho y mi garganta estaban en llamas, y mis brazos y piernas no me llevaban a ninguna parte

La ciudad dio paso al área campestre y, más allá del camino polvoriento, se veían pequeñas urbanizaciones con edificios de una sola planta, campos abiertos y granjas de tabaco. Rural, verde y abierto, era otro mundo aquí. Mamá se sentó y también observó las tierras agrícolas que nos rodeaban.