Así me siento, dividido, perdido, destrozado.
Mis pensamientos por un lado, mis emociones por otro, mi cuerpo por otro, mi alma, mi espíritu, mi conciencia de mí mismo, allí paralizada.
Levanto la vista y miro el camino hacia adelante.
Desde donde estoy, el paisaje parece un pantano.
Unos metros al frente la tierra se vuelve un lodazal.
Cientos de charcos y barriales me muestran que el sendero que sigue es peligroso y resbaladizo...
No es la lluvia lo que ha empapado la tierra.
Son las lágrimas de todos los que pasaron antes
por este camino mientras iban llorando una pérdida.
También las mías, creo... pronto mojarán el sendero...