10 cosas que nunca pasaron

Su mano en la mía es como una pequeña bola de calidez cuando todo el mundo alrededor está tan frío

—Lo mejor no siempre proviene de gastar dinero.

—No siempre —apenas me lo concede—. Pero la mayoría de las veces sí.

Fuera —dice Jonathan como si estuviera gritando, aunque no lo hace de verdad, pero desearías que lo hiciera porque de algún modo sería menos tenebroso—. No tenéis derecho a venir aquí y entrar sin permiso, y tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora como para estar pensando en rellenar un pavo y colgar guirnaldas.

. Es un imbécil. Es solo que llevo viviendo con el tipo desde hace dos días y no sé cómo lo hace. No sé cómo simplemente ser él no lo desgasta por completo hasta convertirlo en nada ante el vacío de todo. Pero bueno, quizás sí, quizás de ahí es

conciernen, es casi atractivo. Si te gustan amargos e interesantes. Que no creía que fuera mi caso.

De repente, retrocede

En cuanto lo aparto de Jonathan, empieza a hacer esos sonidos de por-qué-me-arruinas-la-vida.

Jonathan me mira furioso por encima de una bola de tragedia felina.

—¿Qué…? ¿Qué le pasa?

—Creo que has herido sus sentimientos. —Le acerco a Gollum y él cuelga de mis manos como un trapo mojado—. ¿Ves? Mira su carita.

crecido al menos seis patas extra y las sacude por todas partes como si fuera un tipo que ha tomado demasiadas copas un sábado por la noche.

Jonathan parece genuinamente alarmado.

—¿Qué transportín?

Intento señalárselo con mi nariz mientras un gato aullador hace lo imposible por darme cabezazos.

—El que está en medio de la habitación.

Si estoy de humor para ser justo, con una celeridad admirable Jonathan levanta el transportín e intenta abrirlo.

—¿Cómo funciona esta cosa?

Recibo un manotazo en la cara y, si bien Gollum no es un gato muy fuerte, probablemente no sea bueno para mi conmoción

transportín, me acerco a toda prisa e intento meter a Gollum por la fuerza. En general entra bien, quitando los alaridos de ayuda-me-están-asesinando, aunque logra sacar una pata al final como si estuviera en Parque Jurásico y lo acabaran de meter en la jaula de los velocirráptores. Al final, logro meterlo y cierro la puerta, y me mira con unos ojos enormes que dicen «nunca te perdonaré por esto. Mis descendientes acecharán a tus descendientes hasta el fin de los tiempos y su venganza será legendaria».

El mechón canoso de Jonathan cae sobre su frente y se desploma sobre mi sofá.

—Ayer mi vida era muy normal.

Me desplomo en el sofá con él

como si estuviera en una secta de mala muerte obsesionada con los ciclos de limpieza.

—No la entiendo mucho. Es

Primero, se mete detrás de la tele, justo entre todos los cables, y me pone un poco nervioso porque vaya a electrocutarse, pero logro sacarlo de ahí. Después se mete debajo del sofá como si todo su cuerpo estuviera hecho de paté, así que lo aparto y se lanza entre mis piernas hacia la puerta del baño, donde se estrella contra la escobilla del retrete, y, mientras limpio eso, vuelve a salir disparado y se esconde debajo de la cama.