Almendra

Los libros me transportaban en un instante a los lugares donde no podía ir, me transmitían las confesiones de personas que no conocía y me mostraban las vidas que no podía observar de cerca. También estaban repletos de sentimientos que no podía sentir y de experiencias que no había vivido.

Los libros me transportaban en un instante a los lugares donde no podía ir, me transmitían las confesiones de personas que no conocía y me mostraban las vidas que no podía observar de cerca.

Ya me habían llamado «monstruo» alguna vez, pero ella era la única que me lo decía sin darle un sentido negativo.

—¿Qué significa ser normal?

—Ser parecido a los demás.

—¿Sabes por qué te late rápido el corazón? —preguntó Dora.

—No.

—Porque estoy muy cerca de ti y tu corazón aplaude de alegría.

—Ah.

«No hay nadie que no pueda ser salvado. Solo hay personas que dejan de intentarlo.» Lo dijo el escritor estadounidense P. J. Nolan,

No hay nadie que no pueda ser salvado. Solo hay personas que dejan de intentarlo.» Lo dijo el escritor estadounidense P. J. Nolan,

las áreas de Broca y Wernicke, implicadas en la producción del lenguaje.

El diagnóstico de los médicos fue alexitimia, que es la incapacidad para expresar los sentimientos.

Todos tenemos en la cabeza dos almendras. Están metidas en algún rincón del cerebro más o menos a la altura de las orejas. Tanto por la forma como por el tamaño, son iguales a estos frutos secos, por eso se las llama «amígdala», que significa «almendra» en griego. El nombre exacto es

«cuerpos amigdalinos» o «amígdalas cerebrales».

Cuando estas amígdalas reciben un estímulo exterior, se enciende una lamparita roja.

Dependiendo del tipo de estímulo, se despiertan sentimientos como el miedo, el enfado, el agrado

o el asco.