Los indios de México. Antología

hija mía, Quetzalpétatl

Los brujos deseaban que Ce Ácatl hiciera sacrificios humanos, matara gente, y él nunca quiso, porque amaba a sus vasallos.

Quiero saber cómo sobrevino la ruina de Tula. Bueno, si ustedes desean hablar.

—Llegó el tiempo en que se acabó la fortuna de Quetzalcóatl.

Casi todo se reduce a una pirámide escalonada y a unas columnas rotas que alguna vez formaron vastas salas hipóstilas

El otomí simplemente vive, y esa sensación de estar vivo, de conservar en sus ojos el brillo del rostro de su amada, el desfile de los animales a la luz de la luciérnaga, lo relaciona con una intimidad que expresa valiéndose de un juego de palabras

En la gota de rocío brilla el sol:

la gota de rocío se seca.

En mis ojos, los míos, brillas tú:

Yo, yo vivo.

Su filosofía existencial se expresa mediante un laconismo misterioso y delicado

En vano he nacido,

en vano he llegado

aquí a la tierra.

No cesarán mis flores,

no cesará mi canto:

lo elevo.

Sólo soy cantor:

se deshojan, se esparcen,

el lenguaje es su bien más preciado y para ellos su canto riguroso