total empatía es entonces un nudo ciego que no se desata simplemente usando el mandamiento ético de imaginar a los otros en el lugar de la víctima. La posibilidad de la empatía como virtud literaria nunca podría (acaso no debería nunca) bastar para las decisiones políticas. Incluso podría volverse, la empatía, señala un sesudo empatólogo, una herramienta políticamente adversa.