La Broma

Todo tiene su fin; hasta esta hermosa devastación al final se acabó.

Con ello no quiero decir que haya dejado de amarla, que la haya olvidado, que su recuerdo haya empalidecido; al contrario; permanece dentro de mí constantemente como una callada nostalgia; la anhelaba como se anhela algo que se ha perdido definitivamente.

. El que vive en la eternidad no sufre de nostalgia.

Comprendí que no podría huir de los recuerdos; que estaba rodeado por ellos.

En los momentos de desgracia, el hombre busca consuelo en la unión de su tristeza con la tristeza de otros

No hay nada que una más rápido a la gente (aunque sólo sea en apariencia e ilusorio) que una comprensión mutua triste y melancólica

Cuando suena la música, oímos la melodía, olvidándonos de que es sólo una de las formas del tiempo; cuando la orquesta se calla, oímos al tiempo; al tiempo en sí.

Es mi amigo, pero sufre un encantamiento. Como si se repitiese la historia del cuento en el que la novia del príncipe se transforma en serpiente o en rana. En los cuentos siempre todo lo resuelve la fiel paciencia del príncipe.

Y por qué hay que hacer una canción sobre Fucik? ¿Es que fue el único que luchó en la ilegalidad? ¿El único que fue torturado?

¡Pero él es el más conocido!

¡Claro! El aparato de propaganda quiere que la galería de héroes muertos esté bien ordenada. Quiere que entre los héroes haya un héroe principal.

¡Si es que se le torcería la boca de lo antinaturales y falsas que son! ¡Ése texto propagandístico se despega de esa música seudopopular como un cuello de camisa mal cosido! ¡Una canción seudomorava sobre Fucik! ¡Qué falta de sentido!