Antes de convertirnos en piedra

He vuelto

para tragarme mis palabras

y vomitarlas en forma de sentimientos

Fuiste la personificación
de todo el odio que acumulé
durante años pero convertido
en amor.

que fui hecho a partir de tus costillas,

pero devorado por un vegetariano

que salivaba cada vez que veía mi carne.

Este libro nos enseña que, a veces en la vida, debemos de apartar la piedra del camino para poder continuar, pero no sin antes aprender todo lo que nos hizo tropezar en ella. Y empaparte de su rugosidad.

Me estoy dando cuenta
de que me he olvidado de cómo recordarte.
Pero olvidarte...
Eso nunca.

No recuerdo cómo se llama tu madre,
el matiz exacto del color de tus ojos
ni si me gustaban tus tatuajes.
No consigo recordar
si eras tan especial como yo te pintaba
o tan rutinario como mi entorno
se empeñó en hacerme ver que eras.

-Hola. ¿Cómo estas? Llevamos un rato mirándonos y veo que no rompes el hielo.
(Cierro la libreta. Debo irme.)
-Lo siento, debo marcharme.
-Dame tu número de teléfono o algo. ¿Cuándo volvemos a vernos?
-Cuando volvamos a coincidir y yo esté curado de otra persona. Lo siento.

Se introdujo en mí,
como la mala hierba lo hace
con los campos de cosecha
de los agricultores que dependen
de ellas para vivir.

No quiero que me ordenes el mundo
ni que pongas el tuyo a mis pies.
Pónmelo patas arriba,
hazme perder el control,
rómpeme los esquemas,
quiebra mis patrones,
hazme actuar por impulsos,
hazme ser tuyo
sin dejar de ser yo.

Siempre he defendido lo mismo:
Si debo ser recuerdo,
que sea de los bonitos,
de los que duelen.