Hacer consciencia tan sólo en la formación de nuestro planeta y de la gran cantidad de seres orgánicos vivos en él, ponderando las especies de mayor complejidad y su evolución e independientemente de la teoría creacionista de la que usted sea proclive, todo ello resulta fascinante por la complejidad de su comprensión. Es necesario hacer consciencia hacia el interior de nuestro planeta, enfocar la mirada en sus leyes químicas y físicas, los principios térmicos, de presión, magnéticos, de radiación y gravitacionales, que comprenden todos los equilibrios, flujos y ciclos en los elementos agua, atmósfera y corteza terrestre con su tectónica, porque son las que han creado nuestro hábitat evolutivo como especies, considerándose también para ello, los equilibrios, flujos y ciclos externos relacionados con el sol y nuestra luna, ingredientes indispensables para que usted y yo estemos aquí conversando intelectualmente.
En dicha evolutiva de nuestra órbita solar, y dentro del hábitat de esa creación planetaria, millones de años después, aparece nuestra especie humana, la que sobresale por sus acontecimientos durante los recientes doce mil años, ya que hemos estado generando, progresivamente, un impacto en todos los órdenes sociales y del medio ambiente, lo que nos distingue de las demás especies conocidas.
Ponderaremos los acontecimientos de nuestra especie humana en los recientes quinientos años, los siglos del XVI al XX (más los años que llevamos de este siglo XXI), porque serán el parámetro del análisis para hacer consciencia y para la reflexión, de cuán relevante es lo que hagamos o dejemos de hacer cada uno de nosotros en y para nuestra sociedad global presente y futura, tema sustancial del presente libro.
