Cuando proyecto el problema fuera de mí («mi hijo Edipo va a matarme»), el camino fácil es eliminar el problema, sin ser conscientes de que es posible que parte del problema esté proyectándolo yo, ya que todos somos a la vez causa y efecto de lo que nos sucede. Es como si quisiera destruir la imagen de una mosca que está en la pared, cuando en realidad donde está la mosca es en mi propio proyector.