Un amante de ensueño

Soy Julian de Macedonia, de la Casa de Diocles de Esparta, hijo de la diosa Afrodita. Soy el Libertador de Grecia, Macedonia, Tebas, Punjab y Conjara. Mis enemigos me conocían como Augustus Julius Punitor y temblaban ante mi simple presencia. Y tú, hermano, eres un dios menor y poco conocido, que no significaba nada para los griegos y al que los romanos apenas si tomaron en cuenta.

Los cobardes inútiles como tú son descuartizados como entrenamiento allí de donde vengo.

Soñó que llegaba el día en que podía amarla como se merecía. Un día en que él sería libre para poder entregarse a ella. Soñó en tener un hogar junto a Grace.

Y soñó con niños de alegres ojos grises, y dulces y traviesas sonrisas.

Sabías… —le preguntó Julian con un tono de voz tan pragmático que era realmente atemorizante—… que sólo son necesarios poco más de dos kilos para aplastarte el esófago por completo?

Los tres Mosqueteros, Beowulf, La Letra Escarlata, El Lobo y la Paloma, Armas de Caballero, Fallen, Amores en Peligro…

Pero me imagino que ser amado no debe hacer tanto daño como el no serlo.

Atolycus. Mi hija se llamaba Calista.

Bimbos del Sol Muerto, su primera novela de misterio.

He leído a Homero en profundidad. Las obras que se le atribuyen no son más que una amalgama de leyendas, fusionadas con datos reales a lo largo de los siglos, y cuyos verdaderos orígenes se han perdido en las brumas del tiempo. Muy al contrario que la Teogonía de Hesíodo, la cual escribió con la ayuda directa de Clío.

No tienes miedo a morir cuando no tienes nada por lo que seguir viviendo.