Raven Kennedy

Para los que lo intentan, pero no pueden ver las estrellas.

Sigan mirando.

Ojalá Midas me mirara de la forma en que lo miro a él. Ojalá su pecho latiera de anhelo como lo hace el mío. Pero incluso si él nunca pudiera darme eso, desearía que simplemente pasara más tiempo conmigo.

Cuando la gente me mira, no es para apreciar la curva de mi figura ni para descifrar los pensamientos en mis ojos. No, solo les preocupa una cosa, y ese es el brillo de mi piel.

Porque es de oro.

Soy una rareza, un lujo, un rumor. Soy la favorita del rey

Soy la prisionera bañada en oro.

Y qué bonita prisión es esta.

Pero los recuerdos y el tiempo no son amigos. Se rechazan, van en direcciones opuestas, tirando de la atadura entre ellos, amenazando con romperse. Ellos luchan y nosotros inexplicablemente perdemos.

Recuerdos y tiempo. Siempre perdiendo uno a medida que avanzas con el otro.

Si esas estrellas realmente son diosas que esperan nacer, debería advertirles que se queden donde están en la seguridad de su luz centelleante. ¿Porque aquí abajo? Aquí abajo, la vida es oscura y solitaria, tiene campanas ruidosas y no hay suficiente vino.

El hombre que prometió mantenerme siempre a salvo me está entregando a otro, y no hay nada que pueda hacer al respecto.

luego apareció una figura solitaria en el callejón. Me encogí contra las cajas apiladas hasta que se detuvo frente a mí y miré su hermoso rostro. Él me sonrió. Ni una burla, ni una mueca cruel en sus labios. Solo una sonrisa genuina. Fue cálida. Solo mirarlo detuvo mi incesante temblor.

Extendió una mano mientras esa sonrisa permanecía en su rostro.