β) El segundo rasgo característico de los sistemas gnósticos es un dualismo fundamental que conduce a la depreciación del cosmos, a un verdadero anti-cosmismo. Se trata de un dualismo de naturaleza teológica que opone Dios y mundo, un Dios separado, un Dios tan radicalmente transcendente, transmundano, que el mundo como tal es el anti-Dios. La materia es mala, obra de un dios inferior, el Demiurgo, al que frecuentemente se identifica con el «dios de los judíos». El «Demiourgós» (Δημιουργός), es decir: «el Artesano», es el nombre que da Platón al creador mítico del universo; Filón lo utiliza para designar al Dios bíblico, y los gnósticos bautizan así al Dios del Antiguo Testamento, pues él es esencialmente el Creador del mundo.