César Silva Márquez

¿Para qué? ¿Para tener la relación de padre-hija que nunca tuvimos?

Siempre traté de alejarme de él, de poner la mayor distancia posible entre los dos, aun estando en la misma casa. Nunca aprendí a acercarme a él. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? El instinto no me ayuda: me está susurrando que huya.

Lo extraño de una manera que no sabría explicar, porque apenas si lo recuerdo.

Sólo cayendo en el pozo se conoce su profundidad. Los padres tienen en un pozo el corazón, y no saben qué tan hondo y oscuro es hasta que avientan en él a sus hijos.

La relación ideal es de amor, comprensión y tolerancia. Y aunque algunas relaciones se tejen en armonía y sin graves contratiempos, muchas otras son conflictivas y dolorosas, a veces por la incapacidad para comunicarse, por la negación a aceptar errores, por los demonios de unos y otros, por la brecha generacional, por el abismo que se ahonda en cuanto más pasa el tiempo

Muchas veces el autoritarismo de los padres se debe a que ven a sus hijos como extensiones de sí mismos y por lo tanto actúan de acuerdo a sus convicciones

Por eso siempre envidié a mis amigos y compañeros de infancia y adolescencia, que se llevaban bien con sus progenitores y mantenían con ellos, más que una relación jerárquica de autoridad y subordinación, de cariño y complicidad”

Estoy frente al portón de la casa en donde crecí. Quizá sea mejor decir la casa donde viví cuando niña, porque de la parte de crecer no estoy tan convencida. Al contrario, me hice más pequeña, como un insecto escurridizo que huye de la suela del zapato, hasta que pude escaparme a los diecinueve.

Qué fácil es acostumbrarse a estar bien, sin dolor o miedo

Casi todo se podía anticipar observando la cara de mamá.