François Rabelais

Y decía a veces que los libros de leyes le parecían un hermoso ropaje de oro, triunfante y precioso, que estuviera bordado con mierda.

sujeto desde que nació a una enfermedad que en aquel tiempo se llamaba falta de dinero, que es dolor sin igual; empero, conocía sesenta y tres maneras de encontrarlo en caso de necesidad, la más honorable y vulgar de las cuales era la del hurto cometido furtivamente;

Y, hablando de mí, os diré que creo descender de algún rico monarca o príncipe de tiempos remotos, pues jamás visteis hombre que anhelara más ser rey y rico a fin de poder comer en buena mesa, divertirme sin tener que trabajar, vivir sin inquietudes, enriquecer a sus amigos y a la gente de bien y de saber.

—¿Remedio contra la sed?

—El contrario del que sirve contra la mordedura de perro. Si corréis tras él, nunca os morderá; si bebéis sin tener sed, jamás os sentiréis sedientos.

—¿Y si, por desgracia, no volvierais, puesto que el viaje es largo y peligroso? ¿No será mejor que descansemos desde ahora, sin correr esos riesgos?

Odio más que al veneno al hombre que huye cuando hay que hacer uso del cuchillo.

¿No es mejor y más honroso morir luchando virtuosamente que vivir huyendo villanamente…?

Rezongan muchos salmos y leyendas que ellos no entienden en modo alguno. Rezan muchos padrenuestros entremezclados con largos avemarías, sin meditar sobre ellos ni entenderlos, y yo no llamo a eso oración, sino superstición.

No me sujeto nunca a las horas; las horas se han hecho para el hombre, y no el hombre para las horas.

He visto más de quinientos ahorcados, pero ninguno que se haya colgado con tanta gracia. Si yo la tuviera igual, querría estar así toda mi vida.