Daniele Giglioli

No somos lo que hacemos, sino lo que hemos padecido, lo que podemos perder, lo que nos han quitado.

La víctima es irresponsable, no responde de nada, no tiene necesidad de justificarse: es el sueño de cualquier tipo de poder. En su erigirse como una identidad indiscutida, absoluta, en su reducir el ser a una propiedad que nadie pueda disputarle, realiza paródicamente la promesa imposible del individualismo propietario.

Que nuestro tiempo guste de verse representado por una fórmula de pathos en la que se separa radicalmente el sentir del hacer es un motivo de malestar.

el que está condenado a repetir el pasado no es quien no lo recuerda, sino quien no lo comprende.

¿alguien sano de mente y de corazón puede prescribir a sus descendientes que sigan sufriendo por él?

Cada cual señala la del otro. Quien se siente cogido en falta obtiene alivio con el desenmascaramiento de la falta ajena. Pero es un alivio envenenado, más letal que el malestar que pretende curar. Uno no se vuelve veraz demostrando que el otro miente.

activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima.

La víctima es irresponsable, no responde de nada, no tiene necesidad de justificarse: es el sueño de cualquier tipo de poder.

La víctima genera liderazgo.

De las víctimas reales a las víctimas imaginarias, el trayecto es largo y accidentado.