Federico Lorca

Yo hago las cosas sin fe, pero como un reloj.

Las novias se ponen velo blanco como en las poblaciones, y se bebe vino de botella, pero nos pudrimos por el qué dirán.

Martirio: ¡Puede que a él le guste!

Martirio: ¿Qué piensas, Adela?

Martirio: ¿Qué tienes tú que olvidar?

Adela: (Saltando llena de celos.) No ha sido broma, que tú no has gustado nunca de juegos. Ha sido otra cosa que te reventaba el pecho por querer salir. Dilo ya claramente.

Martirio: ¡Calla y no me hagas hablar, que si hablo se van a juntar las paredes unas con otras de vergüenza!

Mariana:
¡Morir! ¡Qué largo sueño sin ensueños ni sombras! Pedro, quiero morir por lo que tú no mueres, por el puro ideal que iluminó tus ojos:
¡¡Libertad!! Porque nunca se apague tu alta lumbre me ofrezco toda entera. ¡¡Arriba, corazón!!
¡Pedro, mira tu amor a lo que me ha llevado!
Me querrás, muerta, tanto, que no podrás vivir. (Dos monjas entran, con las manos cruzadas

Las cosas que se van no vuelven nunca,

Todo el mundo lo sabe,

Y entre el claro gentío de los vientos