Y la mentira, ¿qué pitos toca ahí?
Es el desenlace consecuente de una cadena de embarradas. Si un comportamiento no deseable viene acompañado de señales y nosotros no las vemos a tiempo —o no las queremos ver— para ponerles un alto, estamos dando oportunidad y —de alguna forma— cohonestando con el engaño y la mentira que le sucederán.