«Señor y Dios mío, ayúdame a cumplir mis buenos propósitos, y a dedicarme a tu santo servicio; concédeme comenzar hoy vida de perfección, pues lo que hasta hoy he hecho no es nada.»
Si no puedes estar continuamente recogido, recógete al menos de cuando en cuando: una vez por la mañana y otra por la noche todos los días, cuando menos.