Reconocer —a través de los diversos itinerarios reflexivos anticoloniales y las múltiples acciones y rebeliones contra el orden colonial— la ficción de superioridad de Occidente, cuya “jerarquía” tuvo efecto sobre cuerpos, territorios, leyes, gobiernos, psiques, epistemes y órdenes civilizatorios ancestrales anulados y exterminados nos permite no sólo descifrar los mecanismos sistémicos del colonialismo que pasan por las fibras del racismo, sexismo, la heteronormatividad obligatoria, las lógicas de opresión múltiple, etc., sino que también nos ofrece otra comprensión de nuestras realidades actuales que, sin duda, están relacionadas con la experiencia colonial de ese pasado lejano y cercano que configura nuestras propias realidades