Las conmociones medioambientales inducidas por el hombre —el turismo de ultramar, la destrucción de humedales, la Revolución Ganadera auspiciada por las transnacionales, la urbanización del tercer mundo con el consiguiente crecimiento de las inmensas barriadas pobres— son las responsables de que la extraordinaria mutabilidad darwiniana de la gripe se haya convertido en una de las fuerzas biológicas más peligrosas para nuestro asediado planeta.