José León Sánchez

un país capaz de producir cuerpos audaces en su gracia

y de una elevación espiritual tan tentadora

debía de ofrecer muchas revelaciones capitales

Solamente nos duele que una vez que nos confinan en la cárcel ya nunca más se vuelven a recordar de que somos seres humanos.

frente la montaña que se ofrecía toda entera para que uno hiciera con ella cualquier cosa como si fuera una mujer.

la libertad es tan libre que no se ha detenido con nosotros

es esclava de lo que le viene en gana y no le importan las consecuencias

y es que la libertad en sí misma es desnuda y feliz

por eso las autoridades nos protegen muy bien de ella

la tarde se esfumará en su chimenea más púrpura

y empezaremos a equilibrar el universo

veía el amor en el nombre de las calles

como si no fuera un rayo

o una nada que nos mueve

me gusta ser un personaje de tu vida

porque es una vida realmente importante

en un mundo espeluznante donde faltan tantas cosas

y cuando nos besamos faltan menos

algo de poesía hay en todo esto

“No me asusta un ordenador que pasa el test de Turing.
Me aterroriza uno que lo falla adrede”.

El afamado científico y escritor de ciencia ficción Isaac Asimov denominó síndrome de Frankenstein al terror infundado que los humanos tenemos a que las máquinas —especialmente los robots— se rebelen contra sus creadores.