Para todas aquellas a las que el sistema nos ha hecho sentir pequeñas, a las que nos han quitado las ganas de luchar. El mundo es nuestro; lo conquistaremos juntas.
siempre le había gustado el silencio, esa paz en sus pensamientos cuando el ruido cesaba y todo se quedaba quieto. Era ese tipo de vacío, de ausencia, lo que le permitía entenderse a sí misma y regodearse en su soledad. El silencio le ofrecía una tregua a esa voluntad demandante que aguardaba entre las sombras de su alma.
Puede que te parezca social y encantador, pero nunca me ha gustado demasiado la gente, al menos no tanto como la comida. Extraño el sabor del queso, la nata dulce y, por supuesto, las ciruelas. —
—Tengo a Sophia —admitió—. Pero incluso aunque no estuviese en mi vida, no tengo miedo a la soledad. Me gusta, me siento cómoda conmigo misma. Sophia simplemente me mantiene atada al mundo.
—¿Te molesta la soledad? —preguntó Eliot con tanta franqueza que ella no pudo más que pestañear y saborear su tristeza—. Llevo años preguntándome cómo otros la esquivan cuando yo me siento completo, nunca he sido capaz de dar con una respuesta.
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