Hay una tormenta de mierda cubriendo todo, aunque seguramente habrá quienes no ven nada. Que tienen el cielo despejado. O que ven una lloviznita de mierda bonita nada más. Quizá por eso es importante la crónica, porque ayuda a mirar tormentas de mierda que no se ven. Una buena crónica puede lograr hasta que huelas lo que te está contando. Y lo que vive el mundo huele mal. En serio. Hay un sistema coprófago que perfuma las historias. El reto que tiene nuestra crónica es contar el olor que oculta la muerte. No es fácil, porque es tanta la mierda que nos inunda y desde hace tanto tiempo que nos hemos acostumbrado a su aroma.