efecto, si por individuo entendemos un ser indiviso, igual a todos los otros, reducible a un número —en el ejército, en la clase o en este salón—, si el individuo es, en otras palabras, uno de tantos, Erich Fromm rechazaría este tipo de individuo. Hubiera podido aceptar, en cambio, la noción de persona si por ésta se entendiera un ser completo, heterogéneo, vivo, a la vez mente y cuerpo o, si se quiere, alma y cuerpo.
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