Estando en línea, todo el mundo puede contactar contigo, no solo las personas más relevantes de tu alrededor. Tienen preguntas acerca de sus prioridades —no de las tuyas— cuando les resulta conveniente a ellas —no a ti—. Cada vez que compruebas tu correo electrónico u otro servicio de mensajería, básicamente estás diciendo: «¿Hay alguna persona cualquiera que necesite mi tiempo ahora mismo?». Y, si respondes enseguida, envías una señal tanto para ellos como para ti mismo: «Pararé lo que esté haciendo para poner las prioridades de los demás antes de las mías, sin que importe quiénes son ni qué quieren».