Historia y arte de la Baja California

Pero el método de curación reputado como más eficaz consistía en sahumar la parte enferma, para lo cual quemaban tabaco en cañas que, si el caso lo exigía, servían también para provocarle el vómito al paciente.

Pero el método de curación reputado como más eficaz consistía en sahumar la parte enferma, para lo cual quemaban tabaco en cañas que, si el caso lo exigía, servían también para provocarle el vómito al paciente.

Además de cumplir el papel de curanderos, utilizaban sus dones también para adivinar el tiempo o qué tan afortunada resultaría la cacería e, inclusive, ayudaban a hallar objetos extraviados, pero nunca eran funcionarios religiosos.38 Todo lo anterior corresponde en buena medida con los testimonios de los misioneros sobre estos personajes a los que, de acuerdo con Clavijero, los californios les daban diversos nombres: Guama entre los cochimíes, Niparajá o Tuparán en territorio de los pericúes y Dicuinocho en el de los guiacuras.

Fray Luis Sales escribió un

La forma más típica de contacto con los espíritus por parte de los chamanes era la posesión a través de rituales que incluían danza, canto y en particular, el redoblar de tambores con ritmos monótonos que llevaban al hechicero y a su concurrencia a estados de ánimo propicios para representaciones en las cuales aquél se convertía en médium y, viajando por el mundo de los espíritus, conseguía por ejemplo diagnosticar la causa de algún mal.

Además de cumplir el papel de curanderos, utilizaban sus dones también para adivinar el tiempo o qué tan afortunada resultaría la cacería e, inclusive, ayudaban a hallar objetos extraviados, pero nunca eran funcionarios religiosos.38 Todo lo anterior corresponde en buena medida con los testimonios de los misioneros sobre estos personajes a los que, de acuerdo con Clavijero, los californios les daban diversos nombres: Guama entre los cochimíes, Niparajá o Tuparán en territorio de los pericúes y Dicuinocho en el de los guiacuras.

El día seis de noviembre de este presenta años de 1684 […], el indio capitán de la nación didu, a quien llamamos Leopoldo (aunque no estaba bautizado) subió a lo alto de un cerro vestido de una red de hilo, toda poblada de madejitas de cabellos que le cubría desde los hombros a los pies a manera de tura y en la cabeza como un tocado o capilla hecha de plumas de varios colores que le cae sobre los hombros y en la mano derecha una pala blanca con dos agujeros cuadrados, del largo de una vara57 y en la izquierda su arco y flechas y que habiendo subido sobre una peña que está en la cumbre de dicho cerro, dio grandes alaridos e hizo muchos ademanes y habiendo estado un rato sobre dicha peña, bajó con tanta violencia que les causó admiración y que salieron muchos a recibirlo y que dentro de una hora, subieron otros gentiles que serían 14 con dicho capitán, vestidos todos del mismo género y que pasando por debajo de dicha peña, sin parar bajaron a la ranchería.

El sacrificio, bien conocido por los diegueños se practicaba entre los kulwat o kwa´tl.

te.

Había cantos y danzas. Los danzantes formaban filas, hacían cuatro pasos y después paraban. Finalmente los atados de plumas se quemaban junto con el cuerpo del águila.

Entre los animales está un conejo rojo, con el hocico abierto y las patas extendidas, y dos más de menor tamaño, el primero rojo y delineado en blanco, en similar postura, y otro negro entre otros animales muy pequeños y borrosos. Hay también un par de venados, uno rojo, casi borrado, con las patas extendidas y el hocico abierto, y otro del mismo color, pero delineado en negro, con dibujos de cuernos, patas y orejas también negros. Llama la atención el dramatismo de esta pintura, consecuenc

Aun cuando algunas estaban profundamente enredadas en la confusa sobreimpresión, se mantenían aparte en espíritu. El efecto combinado de actividad e inmovilidad era poderoso. La fuerza inexorable de las bestias galopando contrastaba con la inercia de los hombres.