La estética antigua

un sistema coherente de partes organizadas según un criterio teleológico, capaz de suscitar un sentimiento de admiración y de emulación al mismo tiempo; ese sentimiento que, como dirá posteriormente Aristóteles, da origen a la filosofía1.

escubrimiento de la belleza coincidió con la intuición del universo.

a intuición de lo bello y la intuición del mund

pues la idea de un pantheon significó elevar hasta un nivel «superlativo» la estructura de una sociedad humana modelada a partir del orden cósmico.

desde el momento que instituir una pólis significó volver a pensar el orden cósmico en términos de relaciones sociales.

de modo que el principio del «orden bello» llegó a permear casi todos los ámbitos de la experiencia.

en todo el esplendor de un kósmos,

katá kósmon, «siguiendo un (bello) orden», es decir, reproduciendo en una estructura verbal coherente la sucesión real de los hechos11

Bueno, agathós, se refiere al aspecto moral, esencial, [...] con los matices sociales y mundanos que proceden de los orígenes. Bello, kalós, es la belleza física, con esa inevitable aura erótica que por fuerza debe acompañarla»7. Pero ya por sí solo el adjetivo kalós puede calificar junto con la belleza física la belleza moral. Igualmente, el adjetivo latino bellus (del que proviene el español bello) se nos revela en su etimología como un diminutivo de bonus (*dwenos> *dwenolos> benlos)8

estética antigua, por el contrario, sitúa al arte entre las capacidades técnicas, artesanales y, sobre todo en el caso de la poesía, dirige los productos del mismo a un disfrute fundamentalmente público en el seno de ciertos espacios sociales como, por ejemplo, el banquete, la fiesta o los ritos religiosos. Los antiguos mantienen separadas la esfera de lo bello y la esfera del arte y, al dotar a la belleza de un fundamento ontológico, buscan sus manifestaciones en la naturaleza, especialmente en el cuerpo del hombre, el más noble entre los seres que habitan la natura-leza6.